1 de junio de 2015

GOLOSINAS Y ANTOJITOS

TOMADO DEL LIBRO “MIS RECUERDOS”, ESCRITO POR EL PROFR. RAFAEL MARTÍNEZ MORALES DE IXHUACÁN DE LOS REYES. SE REPRODUCE A CONTINUACIÓN LA PÁG. 66

 En Ixhuacán hace muchos años, comprábamos cacahuates en cucuruchos de papel de estraza, que además, traían en su interior un soldadito de plomo pintado con brillantes colores.
Había caramelos con sabor de anís o a menta, en forma de almohada y con rayas de diversos colores.
Había dulces en forma de pirámide truncada, eran de color café, hechos con piloncillo y cacahuate, de mayor consistencia que la palanqueta actual.

Vendían dulces de leche en forma de triángulo rectángulo, envueltos con papel muy suave y medio transparente; esa presentación los hacía más apetitosos.

También elaboraban dulces de leche, en formas de animales como pollos, gallinas, patos y cerdas con cerditos o, lo que es lo mismo, cochinas con cochinitos.

Había coquitos aceitosos, de color café oscuro y de sabor agradable; galletas ovaladas, que no por ser corrientes dejaban de ser sabrosas; y habas tostadas que para comerlas había que tener buena dentadura.

En días de mucho frío hacían pinole con maíz tostado, al que agregaban canela, también tostada, y piloncillo o azúcar antes de molerlo.

No era raro ver en las calles de mi pueblo a niños adultos comiendo una tortilla tostada con sal, o saboreando un tlaxcal.

También podía verse, a quienes poseían buena dentadura, tronar con sus muelas las habas tostadas, o dando mordiscos a un chayote cocido, o a un elote asado.

Todo eso era sencillo pero sabroso y alimenticio.

La comida chatarra no sólo no alimenta, sino que daña la salud de quienes la ingieren.

No hay comentarios: