18 de marzo de 2015

FAUNA DE MI REGIÓN

TOMADO DEL LIBRO “MIS RECUERDOS”, ESCRITO POR EL PROFR. RAFAEL MARTÍNEZ MORALES DE IXHUACÁN DE LOS REYES, SE REPRODUCEN A CONTINUACIÓN LAS PÁG. 79, 80 Y 81.

En Ixhuacán y sus alrededores han desaparecido varias especies de animales, como la cuautuza, de carne muy sabrosa, según el decir de los campesinos.

Otro animal que ha desaparecido es el puercoespín, llamado también huistlacuache.

Abundaban los cacomixtles, (nosotros les llamamos siete rayas por tener en la cola rayas en forma de anillos de pelo blanco). Los cacomixtles han sido enemigos de las aves.

Animales que existen todavía son las zarigüeyas o tlacuaches y las comadrejas; ambos son enemigos de las aves. La comadreja, además se alimenta de ratones.

El armadillo (al que también llamamos toche) casi ha desaparecido. En los ranchos gustan de su carne; utilizan su carne o caparazón como recipiente para llevar la semilla en el momento de sembrar maíz o frijol, y como caja de resonancia para construir un instrumento musical de cuerdas.

Fue común también la presencia de mofetas o zorrillos, que por las noches merodeaban entre las milpas sin temer acercarse a las viviendas; se ha dicho que su carne es medicinal. Alguien decía que para combatir granos y barros, la carne del zorrillo es el mejor remedio; únicamente había que hervir la carne y beber el caldo en ayunas tres o cuatro días consecutivos, pero sin sal. El zorrillo se defiende de sus enemigos lanzando un líquido pestilente.

Anteriormente había muchos murciélagos que empezaban sus vuelos al llegar las primeras sombras de la noche. Hubo quienes los atacaban con carrizos largos logrando derribar algunos, pues se pensaba que eran mamíferos voladores que se alimentaban con la sangres de sus animales; ignoraban que los murciélagos eran generalmente insectívoros, exceptuando cierto género de quirópteros, los vampiros.

El uso de detergentes y otros contaminantes del agua han terminado con renacuajos o atepocates (nosotros en forma incorrecta les llamamos ajolotes). En consecuencia, es raro ver ranas y sapos actualmente.

Hace muchos años, del Poniente pasaban por mi pueblo hacia el Oriente, miles de mariposas de varios colores, principalmente las de alas blancas y las de alas amarillas. Esto para los niños significaba una gran fiesta.

Allá por los meses de mayo y junio, aparecía una mariposa de aspecto poco agradable de color ladrillo claro; depositaba cientos de huevecillos sobre as hojas del maíz; de esos huevecillos nacía orugas con espinas, les llamábamos “aguachoyos” y eran parecidos a los que en otros lugares les llaman “chuchumianes”. Las orugas se alimentaban con las hojas del maíz, dejando a veces solo las nervaduras.

Como el contacto con las espinas de esas orugas causa mucho dolor, para internarse en la milpa había que tener mucho cuidado.

Contrariamente a lo que pudiera pensarse, la abundancia de esos insectos era directamente proporcional a la cosecha, quizá porque habiendo más mariposas pudiera haber sido mejor la polinización; aunque podría darse el caso de que siendo mejores las condiciones favorecieran la abundancia de los insectos.

Tal vez por el uso de productos químicos se ha extinguido esa mariposa casi totalmente.
Suponiendo que la mariposa fuera el factor de la producción abundante, me atrevería a decir un poco en broma y un poco en serio, que estamos acabando con “la mariposa de los huevos de oro”.

En años anteriores había tantos zopilotes, que rápidamente daban cuenta del cadáver de un perro, de un burro o de un caballo. Actualmente sólo de cuando en cuando se dejan ver uno o dos sobrevolando nuestros campos.

“Lili” era el nombre que dábamos a otra ave parecida al halcón; llegaba a nuestras tierras durante el invierno, huyendo del frío intenso de las regiones altas.

Ha disminuido también el número de gorriones que durante el mes de febrero anidaban en los izotes; lo mismo ha sucedido con otros pájaros como los jilgueros y las calandrias.

Por fortuna vemos aun colibríes vestidos con brillantes plumajes de colores, y golondrinas de color café combinado con amarillo.

Recuerdo que cuando era niño, infinidad de golondrinas revoloteaban en el espacio después de las fuertes lluvias.

La reaparición del sol, y la presencia de las golondrinas, nos regalaban tardes de diversión y felicidad.
Había otras aves, los chiviscoyos, que se dejaban escuchar por la tardes en las márgenes de los arroyos, o en las faldas de las montañas, casi al anochecer; sus voces, más que un canto, parecían un lamento; pero era muy agradable escucharlas entre el follaje.

Aquellas tardes, orquestadas por aquellos cantos y otras veces de la naturaleza, como el croar de las ranas y el murmurar del arroyo, para mí han sido inolvidables.  

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