TOMADO DE LA SEGUNDA PARTE DEL LIBRO “MIS RECUERDOS”, ESCRITO POR EL PROFR. RAFAEL MARTÍNEZ MORALES DE IXHUACÁN DE LOS REYES, SE REPRODUCE A CONTINUACIÓN LA PÁG. 33.
Nuestra cabaña en el campo queda siempre cerrada, nadie entra si no tiene llave; excepto si forzara la puerta o alguna ventana.
En una ocasión, estando dentro de ella mi esposa, una de mis nueras y yo, escuchábamos claramente un golpe en la puerta del baño, como cuando la cierra uno al salir de él.
Otro día, en la mitad del piso del reducido espacio del baño, encontramos la caja de cerillos que mi esposa guarda siempre en una bolsa de tela que pende de un clavo; ella y yo nos preguntamos:
¿Cómo es que la caja de cerillos apareció en ese lugar? Pues al más pícaro de los ratones le hubiera sido difícil realizar tamaña travesura.
Igual que en el primer caso, dimos poca importancia a lo sucedido.
Con pedacillos de madera del campo, y un cordelillo, armé un balero, al que también dejo siempre colgado de un clavo.
El sábado 22 de septiembre, al entrar a la cabaña, vimos que sobre el piso y cerca de la puerta, se encontraba el mencionado juguete; ¿por qué no estaba donde lo dejé?
Esos casos no me asustan, por el contrario, me divierten pero me dejan dudas.
Lo que allí tenemos son pocas cosas y de escaso valor;nada se ha perdido hasta hoy, y creemos que si alguien entrara por lo menos se llevaría algunos trastos de los que se sirve mi esposa para cocer o calentar los alimentos; como nada se ha perdido, deducimos que nadie más que nosotros ha tenido acceso a la cabaña.
¿Alguien podría ayudarme a poner en claro esos acontecimientos misteriosos?
Septiembre de 2012.
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